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lunes, 3 de septiembre de 2018

ANEXO 9. Proyecto El Agua en Nuestra Vereda. Texto final . 2017


PROYECTO AMBIENTAL: EL AGUA EN NUESTRA VEREDA
PRIMERA ETAPA: El agua en nuestro corregimiento

PRESENTACIÓN DEL TEXTO FINAL. 2017

RESPONSABLES:    JORGE ELIECER CANO GALLEGO – DOCENTE
                                    CAMILA GARCÍA -ESTUDIANTE
DESCRIPCIÓN GENERAL
La vereda San Bartolo hace parte del Corregimiento que lleva su mismo nombre y que está ubicado en el municipio de Andes, a 5km de la cabecera municipal.  Fue designado como corregimiento en el año 2005 por el alcalde Jaime Arboleda.   Es un corregimiento que basa su economía principalmente en la producción de café, plátano y banano.  Algunas familias, no obstante, tienen alrededor de sus casas algunos cultivos de pancojer como cebolla de rama, cilantro, coles, ají, entre otros.  La comunidad se caracteriza por ser de pequeños propietarios, cada uno con parcelas que van desde media, a 7 u 8 cuadras.  No es característico en la localidad la presencia de predios muy extensos, aunque se pueden encontrar algunas fincas que poseen cantidades apreciables de tierra. Una condición particular es la presencia de agregados en algunas propiedades. De lo anterior se deviene la necesidad que tienen los campesinos de trabajar su propia tierra, pero además en muchas ocasiones deben buscar trabajo como jornaleros en fincas que no son propias. 
En el corregimiento surgió la Cooperativa Multiactiva San Bartolo, que es una de las encargadas de comercializar el plátano y el banano que se producen en este corregimiento y en otros lugares del municipio.  El mercado de estos dos productos es constante durante todo el año, lo que no sucede con el café; esto permite que las familias obtengan ingresos que, aunque pocos, mantienen la economía familiar un poco más estable.
Los habitantes de San Bartolo se caracterizan por ser personas humildes y trabajadoras, con un fuerte arraigo en la religión católica y con la presencia de algunas otras sectas del cristianismo, pero en menor proporción.  La alegría es una constante en sus habitantes, que gustan de buscar cualquier excusa para reunirse: un partido de fútbol, la navidad, la Semana Santa, entre otras.  La población de San Bartolo tiene un fuerte sentimiento de solidaridad. Los convites hacen parte de la forma como sus pobladores establecen lazos de amistad con sus vecinos.  Se hacen para arreglar la carretera, organizar un camino, tender un acueducto, hacer empanadas con el fin de recoger recursos para la navidad, etc.  Socializar, es para el Sanbartoleño, una necesidad a la que le busca salida en los lugares que con el tiempo se han vuelto comunes, como la cancha de los Ceballos, donde se realizan torneos interveredales de fútbol, o la fonda de Don Álvaro, que es uno de los lugares por excelencia para encontrarse con los amigos, con la familia, con todos los vecinos, en fechas como la navidad o el fin de año.  En días como estos, llegan desde la ciudad los familiares y amigos, los que alguna vez se fueron buscando otros caminos; llegan a unir sus manos a los que se quedaron sembrando el sueño que heredaron de sus padres… de sus abuelos.
San Bartolo es un rincón del municipio lleno de una tradición oral rica en anécdotas, en apodos… en historias fantásticas. Creencia y mito se mezclan en esta población, donde los viejos rehúsan a abandonar lo antiguo y aceptar las cosas nuevas. Donde la brujería acompaña la santidad del agua bendita, donde la camándula aún cuelga en la cabecera de la cama y debajo de ella se puede ver una herradura oxidada, o una mata de sábila que se resiste a morir sobre el marco de la puerta. Muchos de ellos herederos de los Posada que llegaron en los primeros decenios del siglo pasado por la vereda Risaralda y que luego fueron llenando las pendientes de estas montañas con los Restrepo, los Orrego, los Castañeda, los Cardona, los López o los Ceballos, entre otros. 
El calor fraternal del Sanbartoleño lo sienten los forasteros que llegan por primera vez al corregimiento.  Algunos a trabajar en épocas de cosecha de café, otros que llegan buscando alivios en las hierbas y los menjurjes que algún vecino les puede recomendar y otros más, que llegan porque les dijeron que era bonito el lugar.  Todos ellos atendidos como conocidos, todos ellos amigos.
HISTORIA DE LAS FUENTES DE AGUA
La vereda San Bartolo está incrustada en medio de la cordillera occidental. Es una región de topografía quebrada, con pendientes pronunciadas y con un clima templado que ha favorecido la producción agropecuaria.  La parte alta de la vereda es el lugar de nacimiento de numerosas fuentes de agua, desde pequeños arroyos, hasta quebradas.  Es importante hacer mención de algunas de ellas por el interés que representan a nivel social y ambiental.
La principal microcuenca que se encuentra en la vereda es la que cobija a la quebrada La Sanbartola, que separa las veredas San Bartolo, que hace parte del municipio de Andes, de la vereda La Casiana y Morro Amarillo, del municipio de Jardín.  Esta quebrada recoge las aguas de numerosas fuentes que nacen sobre las laderas de la montaña, para aumentar su caudal. 
Otra microcuenca importante es la quebrada La Esperanza, cuyo nacimiento se ubica en la parte alta de la vereda San Bartolo, cerca de la casa de don Adán Restrepo.  En su descenso, la microcuenca es la receptora de números arroyuelos que nacen en las fincas que se ubican en su zona de influencia.  Esta quebrada no ha perdido su importancia con el tiempo, aunque ha cambiado mucho en términos ambientales.  Antiguamente las personas se bañaban en ella y se podían encontrar peces como briolas, corronchos y capitanes.  Era un lugar de encuentro para las personas que gustaban de bañarse en ella.  Se encontraba, además, en torno a la microcuenca una cantidad apreciable de fauna silvestre, como gurres, chuchas, ardillas, guatines, comadrejas, sapos y nutrias de río.  Hoy, casi toda esa fauna está desaparecida en la vereda, incluso, como lo referencian algunos habitantes, la excesiva caza que hubo antaño, ha terminado por diezmar el número de aves que existían en la zona.
Los cafetales han cubierto mucha parte de estas cuencas, y con ello, muchas especies vegetales que son propias de la zona se han visto también relegadas.  Antiguamente abundaban en las laderas, en los bosques, los nogales, la cañafístula, los guamos y las guaduas. Hoy, se pueden encontrar todavía algunas de estas plantas, pero no con la intensidad que se podían ver en otros tiempos.
Otra de las pequeñas quebradas que se pueden resaltar en la vereda es la que se ubica en la salida hacia la vereda Risaralda.  El origen de esta pequeña quebrada está localizado en el sector de la esperanza específicamente en la finca de Don Raúl Castañeda, la cual limita con otras tres fincas, este sitio fue nombrado como El Porvenir y de ella se ven favorecidas cinco viviendas cercanas.
Esta microcuenca recoge otros afluentes a su paso de tal manera que, a medida que desciende, se incrementa su caudal, para luego unirse a la quebrada La Esperanza, la que a su vez termina vertiendo sus aguas en la quebrada la Sanbartola, unos cuantos metros más arriba de la fonda de San Bartolo.
La tradición oral cuenta que años atrás la quebrada era más caudalosa y que incluso para poder sortear sus aguas, las personas debían recoger sus prendas.  El bosque que la rodeaba crecía y se tendía hacia abajo de la cordillera, siendo este muy frondoso, con lo cual brindaba suficiente sombrío y protección a la fuente.  La vida bullía en esta pequeña microcuenca, donde las briolas, los capitanes, los renacuajos y los cangrejos hacían parte de la microfauna; la misma que hoy está diezmada.  El caudal era tan abundante que una familia decidió poner un dínamo para producir energía, pero hace no menos de 20 años el proyecto dejó de funcionar, pues el caudal ya no alcanzaba para las necesidades de la máquina.  Hoy la microcuenca es gris y turbia, y en ella la vida brilla por su itinerante presencia.
Algunas conclusiones
Es claro que nosotros los seres humanos estamos generando un impacto negativo sobre el medio que nos rodea.  Dicho impacto está afectando no solo el paisaje, sino que además está cambiando nuestra forma de vida, en particular lo que comemos, pues vivimos en una zona agrícola, pero tenemos que comprar mucho de lo que servimos en nuestras mesas.
En el trabajo que se desarrolló se pudo evidenciar el daño que le estamos causando a nuestras fuentes de agua, con las basuras, los agroquímicos, las aguas negras de las casas, entre otras.  Y tal situación nos debería llevar a pensar sobre
·         La necesidad de cuidar el medio ambiente, cuidar lo que nos rodea.
·         Buscar alternativas de producción más amigables con el medio ambiente
·         Sensibilizar, desde nuestras casas, sobre la correcta disposición de basuras y sobre el reciclaje
·         Y adaptar tecnologías para el manejo de las aguas negras.
Lo anterior contribuiría, no a solucionar el problema, pero sí a mitigar el impacto.
El futuro es tuyo…mío… es de todos y por eso la mejor manera de garantizarlo es haciéndonos responsables del presente.


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