PROYECTO AMBIENTAL: EL AGUA EN NUESTRA
VEREDA
PRIMERA ETAPA: El agua en nuestro
corregimiento
PRESENTACIÓN DEL TEXTO
FINAL. 2017
RESPONSABLES: JORGE ELIECER CANO GALLEGO – DOCENTE
CAMILA
GARCÍA -ESTUDIANTE
DESCRIPCIÓN GENERAL
La vereda San
Bartolo hace parte del Corregimiento que lleva su mismo nombre y que está
ubicado en el municipio de Andes, a 5km de la cabecera municipal. Fue designado como corregimiento en el año
2005 por el alcalde Jaime Arboleda. Es
un corregimiento que basa su economía principalmente en la producción de café,
plátano y banano. Algunas familias, no
obstante, tienen alrededor de sus casas algunos cultivos de pancojer como
cebolla de rama, cilantro, coles, ají, entre otros. La comunidad se caracteriza por ser de
pequeños propietarios, cada uno con parcelas que van desde media, a 7 u 8
cuadras. No es característico en la
localidad la presencia de predios muy extensos, aunque se pueden encontrar
algunas fincas que poseen cantidades apreciables de tierra. Una condición
particular es la presencia de agregados en algunas propiedades. De lo anterior
se deviene la necesidad que tienen los campesinos de trabajar su propia tierra,
pero además en muchas ocasiones deben buscar trabajo como jornaleros en fincas
que no son propias.
En el
corregimiento surgió la Cooperativa Multiactiva San Bartolo, que es una de las
encargadas de comercializar el plátano y el banano que se producen en este
corregimiento y en otros lugares del municipio.
El mercado de estos dos productos es constante durante todo el año, lo
que no sucede con el café; esto permite que las familias obtengan ingresos que,
aunque pocos, mantienen la economía familiar un poco más estable.
Los habitantes
de San Bartolo se caracterizan por ser personas humildes y trabajadoras, con un
fuerte arraigo en la religión católica y con la presencia de algunas otras
sectas del cristianismo, pero en menor proporción. La alegría es una constante en sus
habitantes, que gustan de buscar cualquier excusa para reunirse: un partido de
fútbol, la navidad, la Semana Santa, entre otras. La población de San Bartolo tiene un fuerte
sentimiento de solidaridad. Los convites hacen parte de la forma como sus
pobladores establecen lazos de amistad con sus vecinos. Se hacen para arreglar la carretera,
organizar un camino, tender un acueducto, hacer empanadas con el fin de recoger
recursos para la navidad, etc.
Socializar, es para el Sanbartoleño, una necesidad a la que le busca
salida en los lugares que con el tiempo se han vuelto comunes, como la cancha
de los Ceballos, donde se realizan torneos interveredales de fútbol, o la fonda
de Don Álvaro, que es uno de los lugares por excelencia para encontrarse con
los amigos, con la familia, con todos los vecinos, en fechas como la navidad o
el fin de año. En días como estos,
llegan desde la ciudad los familiares y amigos, los que alguna vez se fueron
buscando otros caminos; llegan a unir sus manos a los que se quedaron sembrando
el sueño que heredaron de sus padres… de sus abuelos.
San Bartolo es
un rincón del municipio lleno de una tradición oral rica en anécdotas, en
apodos… en historias fantásticas. Creencia y mito se mezclan en esta población,
donde los viejos rehúsan a abandonar lo antiguo y aceptar las cosas nuevas.
Donde la brujería acompaña la santidad del agua bendita, donde la camándula aún
cuelga en la cabecera de la cama y debajo de ella se puede ver una herradura
oxidada, o una mata de sábila que se resiste a morir sobre el marco de la
puerta. Muchos de ellos herederos de los Posada que llegaron en los primeros
decenios del siglo pasado por la vereda Risaralda y que luego fueron llenando
las pendientes de estas montañas con los Restrepo, los Orrego, los Castañeda,
los Cardona, los López o los Ceballos, entre otros.
El calor
fraternal del Sanbartoleño lo sienten los forasteros que llegan por primera vez
al corregimiento. Algunos a trabajar en
épocas de cosecha de café, otros que llegan buscando alivios en las hierbas y
los menjurjes que algún vecino les puede recomendar y otros más, que llegan
porque les dijeron que era bonito el lugar.
Todos ellos atendidos como conocidos, todos ellos amigos.
HISTORIA DE LAS
FUENTES DE AGUA
La vereda San
Bartolo está incrustada en medio de la cordillera occidental. Es una región de
topografía quebrada, con pendientes pronunciadas y con un clima templado que ha
favorecido la producción agropecuaria.
La parte alta de la vereda es el lugar de nacimiento de numerosas
fuentes de agua, desde pequeños arroyos, hasta quebradas. Es importante hacer mención de algunas de
ellas por el interés que representan a nivel social y ambiental.
La principal
microcuenca que se encuentra en la vereda es la que cobija a la quebrada La Sanbartola,
que separa las veredas San Bartolo, que hace parte del municipio de Andes, de
la vereda La Casiana y Morro Amarillo, del municipio de Jardín. Esta quebrada recoge las aguas de numerosas
fuentes que nacen sobre las laderas de la montaña, para aumentar su
caudal.
Otra
microcuenca importante es la quebrada La Esperanza, cuyo nacimiento se ubica en
la parte alta de la vereda San Bartolo, cerca de la casa de don Adán Restrepo. En su descenso, la microcuenca es la
receptora de números arroyuelos que nacen en las fincas que se ubican en su
zona de influencia. Esta quebrada no ha
perdido su importancia con el tiempo, aunque ha cambiado mucho en términos
ambientales. Antiguamente las personas
se bañaban en ella y se podían encontrar peces como briolas, corronchos y
capitanes. Era un lugar de encuentro
para las personas que gustaban de bañarse en ella. Se encontraba, además, en torno a la
microcuenca una cantidad apreciable de fauna silvestre, como gurres, chuchas,
ardillas, guatines, comadrejas, sapos y nutrias de río. Hoy, casi toda esa fauna está desaparecida en
la vereda, incluso, como lo referencian algunos habitantes, la excesiva caza
que hubo antaño, ha terminado por diezmar el número de aves que existían en la
zona.
Los cafetales
han cubierto mucha parte de estas cuencas, y con ello, muchas especies
vegetales que son propias de la zona se han visto también relegadas. Antiguamente abundaban en las laderas, en los
bosques, los nogales, la cañafístula, los guamos y las guaduas. Hoy, se pueden
encontrar todavía algunas de estas plantas, pero no con la intensidad que se
podían ver en otros tiempos.
Otra de las
pequeñas quebradas que se pueden resaltar en la vereda es la que se ubica en la
salida hacia la vereda Risaralda. El
origen de esta pequeña quebrada está localizado en el sector de la esperanza
específicamente en la finca de Don Raúl Castañeda, la cual limita con otras
tres fincas, este sitio fue nombrado como El Porvenir y de ella se ven favorecidas
cinco viviendas cercanas.
Esta
microcuenca recoge otros afluentes a su paso de tal manera que, a medida que
desciende, se incrementa su caudal, para luego unirse a la quebrada La
Esperanza, la que a su vez termina vertiendo sus aguas en la quebrada la
Sanbartola, unos cuantos metros más arriba de la fonda de San Bartolo.
La
tradición oral cuenta que años atrás la quebrada era más caudalosa y que
incluso para poder sortear sus aguas, las personas debían recoger sus
prendas. El bosque que la rodeaba crecía
y se tendía hacia abajo de la cordillera, siendo este muy frondoso, con lo cual
brindaba suficiente sombrío y protección a la fuente. La vida bullía en esta pequeña microcuenca,
donde las briolas, los capitanes, los renacuajos y los cangrejos hacían parte
de la microfauna; la misma que hoy está diezmada. El caudal era tan abundante que una familia
decidió poner un dínamo para producir energía, pero hace no menos de 20 años el
proyecto dejó de funcionar, pues el caudal ya no alcanzaba para las necesidades
de la máquina. Hoy la microcuenca es
gris y turbia, y en ella la vida brilla por su itinerante presencia.
Algunas
conclusiones
Es
claro que nosotros los seres humanos estamos generando un impacto negativo sobre
el medio que nos rodea. Dicho impacto
está afectando no solo el paisaje, sino que además está cambiando nuestra forma
de vida, en particular lo que comemos, pues vivimos en una zona agrícola, pero
tenemos que comprar mucho de lo que servimos en nuestras mesas.
En
el trabajo que se desarrolló se pudo evidenciar el daño que le estamos causando
a nuestras fuentes de agua, con las basuras, los agroquímicos, las aguas negras
de las casas, entre otras. Y tal
situación nos debería llevar a pensar sobre
·
La necesidad
de cuidar el medio ambiente, cuidar lo que nos rodea.
·
Buscar
alternativas de producción más amigables con el medio ambiente
·
Sensibilizar,
desde nuestras casas, sobre la correcta disposición de basuras y sobre el
reciclaje
·
Y adaptar
tecnologías para el manejo de las aguas negras.
Lo
anterior contribuiría, no a solucionar el problema, pero sí a mitigar el
impacto.
El
futuro es tuyo…mío… es de todos y por eso la mejor manera de garantizarlo es haciéndonos
responsables del presente.